Al pie de la cordillera de Los Andes, un ser tranquilo de las laderas rocosas que hecho de paz vive, gobierna sus respectivos rincones cordilleranos a pesar de su origen como lacertilio o lagarto. Estos matuastos de pequeño tamaño sobreviven a las tempestades de las grandes nevadas y resurgen en el amanecer de la primavera. Nuestros vinos tienen la fortaleza de estos seres únicos.